Muchos menores de un año de edad juegan habitualmente con móviles y tablets. Es un recurso común para entretenerles o para calmarles cuando tienen alguna rabieta. Sin embargo, pediatras y oftalmólogos pediátricos desaconsejan su uso continuado, especialmente en niños menores de dos años.
Los niños, y en particular los menores de dos años, cuentan con gran plasticidad en su sistema visual, adaptándose a las circustancias y al medio en el que se desarrollan. De ahí que si pasan mucho tiempo con una pantalla muy reducida y cercana a la vista -unos veinte centímetros- su sistema de enfoque se podría ver alterado. Otra de las consecuencias del consumo de estas pantallas es que, en algunos niños, al utilizar tanto tiempo la visión cercana, podrían salir a la luz defectos de graduación, como la hipermetropía, el astigmatismo o, incluso, algunos tipos de estrabismo. Además, el uso de pantallas de cualquier tipo disminuye la cantidad de veces que parpadeamos por segundo, produciendo una reducción de la calidad de la lágrima, por lo que el ojo se enrojece, dando sensación de sequedad o cuerpo extraño y visión borrosa, y, al mismo tiempo, puede agravar trastornos como la alergia, la atopia ocular y la blefaritis.
EFE Salud
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