martes, 2 de diciembre de 2014

¿OJO VAGO? ES MOMENTO DE ACTIVARLO.

La ambliopía es un problema que debe tratarse en la infancia, de no ser así la agudeza visual quedará reducida de por vida.

No es raro ver en una clase de los primeros cursos escolares a más de un niño con un parche en un ojo. Seguro que tu hijo te habrá preguntado sobre ello, ¿has sabido responderle? Si la respuesta es negativa, apunta en qué consiste la ambliopía, comúnmente conocida como "ojo vago" porque entender este problema visual te puede ayudar a detectarlo en los niños de tu entorno.

El origen de la "pereza visual".
Desde el momento del nacimiento, la visión del bebé va mejorando poco a poco, ya que su evolución va a la par del desarrollo de las células visuales cerebrales, algo que ocurre durante los primeros meses de vida. Cuando esta capacidad llega a su estado óptimo, ambos ojos trabajan de forma conjunta enviando información el cerebro; es lo que se llama visión binocular. Sin embargo, en algunos casos la información que llega al cerebro es diferente, por lo que directamente descarta aquella que viene de uno de los ojos (evita la visión doble). Como consecuencia, uno de los ojos continúa trabajando con normalidad, pero el otro, del que se descarta la información, deja de evolucionar convirtiendose en el "ojo vago".
Esta alteración puede surgir por diferentes motivos, normalmente relacionados con otros problemas en la visión:
 -El niño padece estrabismo. Sus ojos no están perfectamente alineados, por lo que mandan información diferente al cerebro, y este no la puede asimilar, por lo que descarta la que viene de uno de los ojos.
-Diferencia de graduación entre los dos ojos. Por un problema de miopía o hipermetropía un ojo tiene visión borrosa, así que el cerebro descarta la información que viene de este.
-Un problema congénito, como una catarata, tener la córnea opaca o un problema en uno de los párpados puede impedir que el ojo vea correctamente dando lugar a una ambliopía.

No hay tiempo que perder.
Aunque el pequeño padezca ambliopía siendo un bebé, es dificil detectarla tan pronto. Un detalle que nos puede hacer sospechar que no ve correctamente es que no sigue bien un objeto en movimiento o se intuye una leve desviación de uno de los ojos. Hay que permanecer atentos porque una ambliopía no tratada a tiempo provoca una disminución de la agudeza visual que no se podrá recuperar al llegar a cierta edad (a los siete años por ser el momento de maduración del sistema visual). De hecho se detectan muchos casos en adultos que, por no haberse detectado ni tratado la ambliopía durante la infancia, presentan una baja agudeza visual.
Esta es una de las razones por la que se recomienda que el primer examen ocular se realice a los seis meses de edad, y en el caso de que no se detecte ninguna alteración, repetirlo a los tres años. El siguiente se aconseja que sea en el momento en el que comienza a ir al colegio, y ya continuar las visitas al Óptico-Optometrista de forma anual. Para que no nos olvidemos de esta cita, podemos fijar en el calendario la revisión junto con un momento puntual del año, como puede ser el comienzo del curso escolar.

Las señales de sospecha.
Es importante observar al niño en ciertos momentos para poder detectar este problema, ya que ellos no suelen quejarse cuando ven mal. Es a la hora de leer, fijarse en la pizarra, cuando realizan los deberes, etcétera, cuando se pueden notar señales de sospecha; por este motivo, los padres y profesores son la clave en la detección. Desde el Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas se recomienda a los adultos que se fijen en estas acciones y actitudes del niño con el objetivo de detectar un posible problema a tiempo:
-Prestar atención si el niño  se acerca mucho a los libros o a la televisión.
-Se distrae continuamente al leer y no comprende bien el texto.
-Valorar si el niño se fatiga cuando está sometido a estímulos visuales.
-No escribe bien a mano cuando ya debería hacerlo.
-Se queja de ver borroso, tanto de lejos como de cerca.
-Fijarse en si entorna los ojos para mirar o al centrar su atención en detalles lejanos.
-Observar si adopta posiciones de tortícolis (cuello torcido) cuando lee o hace los deberes, que a la larga pueden manifestarse como dolores de cuello o espalda, e incluso cronificarse.
-Astenopía (visión borrosa, fatiga visual y dolor de cabeza) con frecuencia.
-Hiperactividad durante la clase.
-Inversión de letras y números.
-Bajo rendimiento escolar.

Tratamiento adecuado.
Depende de la causa y de la edad del niño (cuanto antes se trata, mayor probabilidad de éxito tendrá el tratamiento), pero por lo general la terapia para corregir la ambliopía consiste en entrenar el "ojo vago" para que logre ver nítidamente. Esto se consigue utilizando lentes conpensadoras por medio de gafas o lentes de contacto, y un programa de entrenamiento visual que suele comenzar con la colocación de un parche sobre el ojo que ve bien para obligar al cerebro a utilizar la información que le llega del ojo ambliope.

¿Sabías que...?
Según los informes PISA (Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos) de 2009 y 2012, los casos de fracaso escolar en España superan la media europea. Sin embargo, cerca del 30% de los casos no está relacionado con las capacidades o inteligencia de los alumnos, sino con anomalías visuales de índole refractivas. Y es que, como explica el presidente del Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas, "hay que tener en cuenta que las disfunciones binoculares incapacitan al escolar para fusionar las imágenes del ojo derecho e izquierdo y obtener una imagen única y tridimensional, por lo que esta disfunción puede dar lugar a fatiga visual, malestar y afecta considerablemente a la eficacia de la lectura y el aprendizaje".

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