miércoles, 23 de julio de 2014

OBSTRUCCIÓN DEL CONDUCTO LAGRIMAL.

Cuando los ojos no paran de "llorarnos" puede deberse a una obstrucción del conducto lagrimal.

 Se relaciona con tristeza, emoción, alegría... pero las lágrimas son algo más, son las encargadas de limpiar la superficie de nuestros ojos. Las gotas saladas que salen del lagrimal es un líquido compuesto por agua, sales y enzimas bactericidas que producen las glándulas lagrimales. Éstas salen siempre que parpadeamos, aunque no lo podamos apreciar, con el objetivo de proteger la córnea y eliminar los microbios, el polvo y demás agentes que pueden dañar el ojo. A su vez evita que el ojo se seque.


Origen del bloqueo.
 Las lágrimas son producidas por las glándulas lagrimales. Por el conducto lagrimal llega a una pequeña abertura que se encuentra en la esquina del ojo y que se conoce como conducto nasolagrimal. En ocasiones este conducto se puede obstruir, lo que provoca que las lágrimas se acumulen y surja un lagrimeo sin que se esté llorando.
  Este problema es bastante común en los bebés cuando aún no está desarrollado totalmente su conducto nasolagrimal, los conductos lacrimales son muy finos o simplemente nacen con uno o los dos taponados. Estos problemas suelen desaparecer al cabo del año, pero mientras tanto se debe llevar a cabo una serie de pautas para evitar infecciones.
 En el caso de los adultos el problema puede surgir como consecuencia de una infección o lesión que, junto con el lagrimeo, pueden provocar otros síntomas como irritación ocular, legañas o visión borrosa. Si el problema no se corrige, la acumulación de la secreción puede dar lugar a la aparición de un bulto en la zona que, aunque en raras ocasiones, puede agravar la afección.

Tratamiento según el afectado.
 En los recién nacidos hay que esperar que el conducto se abra totalmente por sí solo, pero mientras hay que evitar que se obstruya lo menos posible. Para ello se le deben realizar masajes del saco lagrimal y limpiar las secreciones. Una de las técnicas más utilizadas es el masaje Crigler, especialmente durante sus primeros nueve meses, periodo en el que la efectividad llega a un 90%. Resulta efectivo porque el masaje aumenta la presión hidrostática del líquido del interior del saco lagrimal, lo que consigue romper la obstrucción membranosa y vaciar el saco lagrimal para así evitar una posible infección.
 En el caso de los adultos, el masaje también puede ser la solución, pero cuando se produce una infección la recomendación es la administración de gotas o una pomada oftálmica. En pocas ocasiones puede llegar a ser necesaria una pequeña intervención por medio de un sondeo. Para realizarlo el paciente debe estar anestesiado para colocarle un stent (tubo pequeño) que mantenga el conducto abierto. Si fuese necesario, se puede realizar una cirugía que reconstruya el conducto para que el drenaje de las lágrimas se normalice.

Facil diagnóstico.
 Se suele detectar con la simple observación del lagrimeo constante del afectado, así como de los posibles signos de infección, como es la inflamación de la zona o la secreción purulenta. Si es necesario conocer el origen concreto y el nivel de obstrucción se pueden llevar a cabo otras pruebas como es la exploración de la vía lagrimal inferior, el test de Jones, la dacriocistografía o una radiología convencional.

¿Cómo evitarlo?
 En el caso de los bebés es complicado prevenirlo, la mejor manera es por medio del masaje comentado, y limpiando sus ojos con toallitas estériles de un solo uso que limpien, hidraten y reduzcan la posible inflamación.
 Los adultos deben evitarlo siguiendo los mismos hábitos de higiene que se recomiendan para prevenir la conjuntivitis. En todo caso, si el lagrimeo es constante se debe acudir el especialista para que sea él quien indique el tratamiento a seguir, ya que dependerá de si hay infección o no.

Saludvisual Nº32
 

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